Eligiendo buenos candidatos | Parte 1
Criterios e ideas
Toca apartarnos de los tópicos financieros para abordar un tema que se nos viene encima. En menos de 10 meses estaremos eligiendo las autoridades políticas hasta el 2029. Estas decisiones de quién, y para qué, son muy importantes. Especialmente en un país donde el talento, la experiencia y la integridad son virtudes escasas.
Tradicionalmente, el proceso de selección de candidatos se ha limitado a las relaciones y las simpatías subjetivas. Esa ligereza ha producido resultados muy discutibles, tanto en el perfil del electo, como en los muy dudosos resultados de su gestión.
Dando por descontado que el sistema electoral dista mucho de ser balanceado e imparcial, los ciudadanos, particularmente los que poseen una educación y una experiencia de vida por encima del promedio, están llamados a ejercer un voto y una influencia para procurar decidir bien. Bien, queriendo decir, la persona adecuada para el puesto a llenar.
Desde hace unos 12 años, la Fundación Libertad con la inmensa colaboración de Carlos Alberto Montaner (QEPD), estructuró una batería de criterios y categorías para identificar y discernir las cualidades de un buen candidato. Las categorías se elaboraron sin ninguna ilusión de que se tornarían en “Biblia” electoral. Mas bien las categorías buscan a ayudar, a quien las utiliza, a sopesar factores examinar pros y contras, y articular un proceso más racional y objetivo. Aunque después decida de otra manera, el análisis siempre lo puede ayudar a evaluar el desempeño posterior de quienes fueron elegidos. Además, la introspección de los criterios y categorías podría ayudar, a conocidos y amigos, a pensar mas objetivamente sobre los candidatos, sus cualidades, valores y experiencia.
Veamos ahora el primer grupo de las categorías relacionadas a valores personales de los aspirantes.
Honradez: En un país con muy baja valoración por lo correcto, la honradez es una categoría importante. Entendemos por honrado aquel que tajantemente rechace la corrupción y las componendas y sea capaz de perseguirlas con todo el peso de la ley.
Honestidad: El candidato también debe ser honesto, algo muy distinto. La honestidad es ser consistente con sus promesas y acciones. Mucha corrupción política no viene solo de la falta de honradez sino de la deshonestidad (falsedades, medias verdades) de sus actos respecto a las promesas de campaña y los compromisos de sus programas de trabajo.
Integridad: El candidato debe tener coherencia en lo que cree, dice y hace. Que sus actuaciones privadas y públicas deben ser afines.
Firmeza: De allí que el candidato sea capaz de rechazar las insinuaciones ilegales e indecorosas y no envanecerse con el halago de los aduladores y cepillos.
Templanza: Un candidato debe, tener temple, o sea, que pueda sopesar los riesgos y beneficios de sus actos con tranquilidad y claridad.
Humildad: Un buen dirigente debe aceptar lo que no sabe o no entiende, que no vacile en pedir perdón y en reconocer el talento de amigos y adversarios.
Compasión: Que sienta el impulso de servir a los desvalidos y ser solidario con todos, sin esperar nada a cambio.
A veces es difícil separar, lo que una persona es y aspira, de la manera que actúa y se proyecta. De manera que, hay criterios o categorías para analizar estos parámetros, mas propios de la personalidad y el temperamento. Estos serían:
Prudencia: Que sepan elegir entre el bien y el mal, así como definían los romanos la prudencia. O, como se suscita con frecuencia, elegir lo mejor entre las buenas opciones y rescatar la menos mala, cuando todas son malas. Y eso, pasa mucho en la política.
Tolerancia: Es una cualidad escasa. Es vivir con aquellos o con aquellas ideas que no compartimos, en forma respetuosa y aceptando que hay mas de una verdad. Un político o funcionario tolerante, es necesario para generar consensos.
Seguridad en si mismo: La correcta seguridad en si mismo supone que el candidato analice y sopese las opciones frente a si y actué con confianza y sin vacilación. El que se siente seguro de si mismo, solo por inspiración divina o por su olfato, es un peligro a la sociedad y a la misma política.
En la próxima entrega analizaremos las categorías que provienen habilidades adquiridas, del talento, la experiencia y la formación.
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